«Viento del este»: el nuevo/viejo traje de Loquillo
Decíamos en «Loquillo: una historia a golpes de rock&roll» que la carrera de Loquillo estaba pidiendo a gritos, para huir de cualquier duda o sospecha, un nuevo disco de canciones originales después de los últimos trabajos de versiones, directos y demás. Necesitábamos comprobar que su primer disco sin el apellido de Los Trogloditas, aquel espléndido «Balmoral» publicado en el ya lejano 2008, no era un espejismo y que su carrera como solista (sigue resultando chocante hablar de Loquillo en estos términos) tenía todavía muchas cosas por demostrar. Pues ya tenemos la respuesta, «Viento del este», y la respuesta es un nuevo azote a aquellos que están esperando desde hace tiempo un tropiezo de Loquillo, estamos ante una nueva reinvención, una nueva colección de buenas y grandes canciones a añadir en el cancionero de uno de los artistas más importantes que ha dado la historia del rock español. Apuntábamos en aquellas letras que uno de los valores más importantes en la trayectoria del Loco había sido el saber rodearse siempre de grandes músicos y compositores, lo que viene a ser un administrador de talento, y no vuelve a fallar a la hora de elegir a sus compañeros de viaje. Si en su última etapa con Los Trogloditas y sus primeros años en solitario fue Jaime Stinus el encargado de dirigir el rumbo musical de su carrera, ahora son Igor Paskual, Mario Cobo y Josu García los capitanes de un barco rejuvenecido, con nuevos bríos, pero sin olvidar el clasicismo marca de la casa. Ya hace tiempo que Igor Paskual es uno de los apoyos fundamentales de Loquillo, y es ahora cuando entran en juego Mario Cobo y Josu García, tomando los mandos de la producción y dotando de nuevos aires al sonido del disco. Además, en la composición de los temas aparecen clásicos en la carrera de Loquillo como Sabino Méndez, Gabriel Sopeña y Carlos Segarra, a los que se añaden agradables sorpresas como Leiva y el escritor Carlos Zafón. Por lo tanto, nos encontramos ante una alineación de lujo para un disco de rock maduro, con las cosas bien claras, que no da palos de ciego buscando una senda, que se asienta sobre el pasado para mirar al futuro y que supone la enésima reinvención del Loco.
Echando la vista atrás, sólo a los últimos años, recordamos que «Balmoral» fue una especie de acopio de virtudes, un «esto es lo que sé hacer», un repaso a todos los palos de su personaje, desde el rock, pasando por el rockabilly, la canción de autor… y resultó un excelente disco que dejó para la posterioridad varios temas que lograron hacerse hueco entre sus grandes canciones, hablo sobre todo de «Memoria de jóvenes airados» y «Cruzando el paraíso», aunque personalmente yo también añado «Hotel Palafox» y «Línea clara». Recordamos también que su siguiente proyecto fue un disco y gira reivindicando sus 30 años de trayectoria. Recordamos después su nueva incursión en la musicalización de poemas, esta vez tomando todos los textos de la colección de Luis Alberto de Cuenta, y titulándolo «Su nombre era el de todas las mujeres». Recordamos que después publicó otro disco en directo, esta vez en teatro, en el que plasmaba precisamente esa faceta de músico de poetas, dando más empaque a su faceta de crooner en «En Madrid». Recordamos que lo que apuntaba a su nuevo disco de inéditos, «La nave de los locos», en realidad era un álbum de viejas canciones de Sabino Méndez («bueno todos conocéis a Sabino, no?»), en el que, eso sí, mostraba musicalmente su faceta más cruda, más rockera y más directa, y que ya fue comentado y desgranado en este enlace. Recordamos que después vino «El creyente», nuevo e innecesario trabajo en directo, y que a continuación sorprendió a propios y extraños mirando muy atrás, a sus primeros años, para recuperar la chupa de rockabilly y dar una nueva oportunidad a viejas canciones junto al grupo Nu Niles. Lo más destacado de aquel proyecto, que se me antoja como un disco de trámite en busca de nuevos horizontes, fue sin duda el descubrimiento y fichaje de Mario Cobo, miembro de Nu Niles, y que de la noche a la mañana se convirtió en pieza fundamental en el engranaje de la banda de Loquillo. Y en este punto se publica «Viento del este».
El disco se presentó semanas antes con el single de adelanto «SALUD Y ROCK AND ROLL», una canción de celebración de un modo de vida, una loa al rocanrol y un tema llamado a convertirse en himno. Abre el álbum de forma enérgica, introduciendo elementos en principio ajenos al universo Loquillo, como acordeones, trompetas y hasta castañuelas, rocordando el estilo fronterizo de Willy de Ville. Sin embargo es una apertura algo engañosa ya que no irán por ahí los tiros del disco, o al menos del grueso del disco, retomando estos aires festivos y casi tabernarios únicamente en el tramo final del álbum. Quizas sí puede considerarse realmente el comienzo de «Viento del este» el segundo corte, «EN EL FINAL DE LOS DÍAS», un espléndido medio tiempo con letra de Loquillo y música de Leiva, con la participación de César Pop al piano, que contiene un gran estribillo que resulta un canto a la nostalgia. Los seguidores del exPereza podrán reconocer en la canción todos los clichés musicales de su cancionero, y es que efectivamente es una canción que bien podría haber entrado sin desentonar en cualquiera de sus discos. Leiva además dobla la voz del Loco en el estribillo, donde se recoge una de las frases más inspiradas del elepé: «Pregunté a los clásicos, por mi tendencia suicida. Me miraron sonriendo, las excusas siempre son las mismas».
A continuación, en «A TONO BRAVO», junto a Igor Paskual, entra en escena Carlos Segarra para poner música a otro texto de Loquillo, esta vez escrito junto a su mujer, Susana Koska (los coros doo wop hacen inconfundible el estilo Rebeldes). El cantante de Los Rebeldes ha estado presente en la carrera del gigante del Clot desde sus inicios, y en su época de madurez ha aportado celebradas colaboraciones puntuales, como en «Un hombre puede llorar», presente en el disco «Hombres», o en «Feo, fuerte y formal», uno de los últimos clásicos con Los Trogloditas. De esta última recupera el tono tanto musical como reivindicativo. Y es que el texto viene a ser un listado de las cualidades que dan forma al personaje del Loco, destacando quizás la cortante «No comparto opiniones, dicto sentencias». Además, hace un repaso por algunos de los nombres más importantes de la cultura española a lo largo de su historia, en un nuevo intento por reclamar la importancia del legado patrio, porque a pesar de las influencias que ha ido recogiendo, y que quedan plasmadas en su obra de forma más o menos evidente, Loquillo siempre se ha congratulado de ser un cantante de rock español.
Seguimos el repaso a «Viento del este» y la siguiente es «LIMUSINAS Y ESTRELLAS», un antiguo tema de Sabino Méndez que, tras el rescate y repaso a su cancionero que llevó a cabo en «La nave de los locos», parece ser un as guardado en la manga. A ritmo de glam rock, recordando indudablemente a David Bowie, la letra podría ser la versión menos trágica de aquel legendario «Rock & Roll Star», retratando los sueños de un joven roquero, las ansías de fama y estrellato. El tema se parte en su tramo final con unos coros al más puro estilo Beach Boys. otorgándole algo de aire después de varios minutos que se me antojan quizás demasiado lineales. Precisamente esa línea demasiado recta que lleva esta canción se convierte en una estructura serpenteante, a modo de montaña rusa, en la siguiente, «RUSTY», un tema en el que Mario Cobo toma el protagonismo musical para dar forma a un poema de Carlos Zafón. La canción puede evocar a ciertos grupos españoles de los 60 como Los Brincos o Los Bravos en cuanto a su rítmica juguetona, introduciendo además unos vientos ompulosos que tienen su cima en el estribillo y en ese grito de «A gloriaaaaaa» que es de lo más destacado de todo el disco y que en directo debe ser un cañón. A continuación en «EL MUNDO QUE CONOCIMOS» es Igor Paskual quien toma la palabra, o mejor dicho, la música, resultando una más que reconocible canción típica de Loquillo, un himno de desencanto, de rabia ante lo que nos prometieron y evidentemente no hemos conocido, una de las letras más sociales del disco que con la ayuda de Jorge Rebenaque a los teclados, en ‘in crescendo’ y con un descarado reverb en el estribillo, resulta la más épica de todo el álbum, que aquí cierra su cara A.
Antes hablábamos de la continua reivindicación de Loquillo por la cultura española, y es que a lo largo de su carrera ha dejado versiones de grupos de los 60 y 70, recordemos por ejemplo «Mi calle» de Lone Star, «Maldigo mi destino» de Los Sirex, o lógicamente el «¿Qué hace una chica como tú en un sitio como éste?» de Burning. En este caso recupera «VIAJE AL NORTE», una canción del grupo de rock psicodélico Los Negativos, que resulta una correcta aportación aunque quizás de las menos destacadas del disco. Destaca por unos toque psicodélicos que se apartan del clasicismo reinante a lo largo del resto de minutaje. La siguiente, «LAS VENTAJAS DE PERDERTE», personalmente me parece una de las más destacadas. Abriendo la melodía en tono alto, el cruce de guitarras, los multipresentes coros, una letra dura, la más intimista quizás del disco, y creo que la mejor interpretación de Loquillo, hacen de este tema, en principio compuesto para «Balmoral», una de las joyas de la colección. El disco sigue en alto con «LOS DIOSES ENGAÑAN», con Gabriel Sopeña al frente, en la que abraza las sonoridades americanas a lomos de acústicas, teclados y violines que recuerdan el «Hurricane» de Bob Dylan, y que temáticamente es una nueva canción de rabia y de desencanto.
Ya en el tramo final se recupera el aire festivo, country y alegre que se apuntaba en la apertura. Y es que el acordeón vuelve a ser uno de los protagonistas de «VIENTO DEL ESTE», corte que da título al disco (recordando una frase de la película «Mary Poppins»). Es Igor Paskual quien le da al tema ese aire tabernario, irlandés, cervezero, destacando un pedal steel maravilloso. La sorpresa llega con «ME OLVIDÉ DE VIVIR», que corta bruscamente el aire que estaban apuntando los anteriores temas con una canción melódica. Aunque la canción la popularizó en nuestro país Julio Iglesias (Loquillo cantando a Julio Iglesias, qué oportunidad para los enemigos del Loco!!!), la composición pertenece al roquero francés Johnny Hallyday, con quien ya colaboró en «Cruzando al paraíso». A mí no me convence y me parece un bajonazo después de cómo estaba enfilándose el tramo final del disco, y la hubiera disfrutado más si la hubiera vestido menos, prescindiendo de la orquesta y vistiendo la versión solo con el acordeón y las guitarras acústicas, que quedan lamentablemente escondidas en algunos tramos. Por suerte el álbum logra cerrarse en alto gracias a «ACTO DE FE», de nuevo de Gabriel Sopeña, un canto de esperanza en la adversidad, comenzando en calma, con leves apuntes de teclados, que poco a poco va tomando fuerza bajo una espléndida letra, y que termina con Loquillo casi gritando, de nuevo apoyado en los vientos, y con la aparición de un coro gospel, que hace terminar «Viento del este» de forma acojonante.
Así, tras varias escuchas, podemos afirmar con rotundidad que no hay nubarrones en el futuro de la carrera de Loquillo. Mientras siga paliando sus deficiencias (recordemos que es un tipo que lleva más de 30 años en la primera línea del rock nacional sin cantar especialmente bien y sin tocar ningún instrumento) arropándose con un buen puñado de profesionales, ejerciendo como nadie de gestor de talentos, y mientras siga teniendo las ideas claras y la cabeza en su sitio, sin olvidar el pasado pero sin dejar de mirar hacia delante, tenemos Loquillo para rato. Y lo celebramos con Salud y Rock & Roll!!!
Como bien dices…que oportunidad para los enemigos del loco. Creo que es pura provocación amparada en su amor por la «chanson françoise». A mi sin ser su detractor me ha dado tal arcada al oir esa canción, por muy versión de Johnny H. que sea. Tanto soplar el viento de Levante le ha dejado sonado?.
La escucha de todo lo anterior ha abandonado mi cuerpo y cerebro con la misma urgencia que el vómito tras la nausea. Tardaré un tiempo en volver a probarlo como cuando algo ingerido nos provoca un mal viaje.
Espero no oirla en sus directos contaminando la atmósfera que ya vamos bastante servidos.
Gracias por tu artículo y por este blog? No? Se siguen llamando así?
Un saludo.
Entonces parece que no te ha gustado la canción, no? A pesar de que a mí tampoco me ha convencido, creo que tu animadversión no tiene parangón.
De todas formas, espero que el resto del disco sí lo hayas podido disfrutar, que con pasar la canción es suficiente para que no te estropee el resto de la colección.
Puedes llamarnos blog o lo que te pida el cuerpo. Por este rincón seguiremos dejando más letras.
Un saludo,
Ando bastante triste, ya que me ha pasado lo que nunca con un disco de Loquillo, ninguna cancion me ha gustado.
Y eso que siempre encontraba temas que al momento me llegaban, pero en este, nada de nada.
Una pena pero bueno, espero que solo sea un tropiezo.
Gracias por el blog, y lo voy a decir yo porque esta feo que lo digas tu, pero el primer comentario es de un tio muy gilipollas, ni caso.
Un saludo.