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«La llegada»: el lenguaje universal

22/11/2016

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No hace tanto sacábamos nuestra bilis a pasear ante la confirmación de que se iba a rodar la secuela de «Blade Runner». Por fin, el extenuante Ridley Scott lo había conseguido, tras años de amenazar con el proyecto. Como siempre que se anuncia una secuela/precuela/’reboot’ de uno de nuestros buques insignia cinematográficos -y esto es algo demasiado habitual hoy en día- montamos en ira, no sin bastante razón. Sin embargo, la situación cambió radicalmente cuando conocimos que Scott iba ceder la silla de director a, nada más y nada menos, que Denis Villeneuve. Algo muy bueno tenía que haber visto uno de los grandes cineastas de la actualidad para meterse en semejante embrollo -o eso o es un suicida peligroso- después de haber ido incrementando su prestigio exponencialmente a cada paso que da. La guinda de un atractivo reparto puso la guinda para que, definitivamente, picáramos el anzuelo y estemos ya ansiosos para conocer el resultado de esa arriesgada empresa.

En esas estábamos, y con la efectiva «Sicario» aún relativamente reciente, cuando, casi sin avisar, se nos ha plantado una nueva obra del canadiense en la cartelera, «La llegada», su debut en la ciencia ficción, que bien podría pasar como un ensayo general de lo que está por venir, aunque más allá de compartir género, no creemos que vaya a tener que ver demasiado que ver con su próximo proyecto. «La llegada» cuenta, como bien indica su parco título, ese ansiado aterrizaje de naves extraterrestres en nuestro querido planeta, pero lo hace de una manera muy diferente a la que el Hollywood más comercial nos ha ido acostumbrando a lo largo de los años y de las décadas.

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Los fans de ‘thrillers’ tan vibrantes, y a la par profundos, como «Prisioneros» y la citada «Sicario» mejor que moderen sus expectativas, estamos mucho más cerca de los territorios reflexivos de «Enemy». Los que esperen acción trepidante, mejor que revisen «Independence Day», Villeneuve toma aquí un camino intimista, de hondura psicológica y tintes metafóricos que hace que su nueva obra se adentre en terrenos inconfundiblemente ‘kubrickianos’, aún estando lejos de la radicalidad de la inagotable «2001: Una odisea en el espacio», y menos ambiciosos -aunque tenga puntos de conexión- que el último emblema del género, ese ‘tour de force’ de Christopher Nolan llamado ‘Interstellar’,

La película deja bien clara su identidad desde su comienzo, cuando al narrar la llegada extraterrestre huye de las sensacionalistas escenas de pánico multitudinario -éstas sólo se intuyen de fondo a través de la cobertura de los medios- y adopta la perspectiva de la doctora universitaria de Lengua Louise Banks, quien, con la imperturbabilidad del que ya no tiene nada que perder -ha sufrido la muerte prematura de su hija adolescente- , reacciona al extraordinario acontecimiento casi desde la indiferencia. Villeneuve hace descansar todo el peso de la trama en la infalible Amy Adams, que sabe aprovechar la oportunidad para ofrecernos una de las mejores interpretaciones de su carrera, involucrándose en el asunto cuando es reclutada por el Ejército estadounidense para formar tándem con el físico Ian Donnelly (un Jeremy Renner en su afable tono habitual) y utilizar su vasta experiencia para lograr establecer un cauce de comunicación con los habitantes de una nave que se ha establecido en un campo de Montana, una de las doce que están repartidas por otros tantos lugares del globo.

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Las desasosegantes atmósferas sonoras que proporciona el compositor islandés Johann Johansson -que ya dio buena muestra de su virtuosismo en «Sicario»- y un excelente diseño de producción ambientan una progresión ‘in crescendo’ desde el momento del reclutamiento, pasando por el campamento militar destacado en las cercanías del artefacto y comandado por el autoritario Coronel Weber (un siempre eficaz Forest Whitaker) y desembocando, en medio de una emoción incontenible, en el hipnótico primer contacto de la pareja con los alienígenas.

La comunicación se erige entonces en el tema fundamental de «La llegada». Louise e Ian intentan descifrar en sucesivos encuentros lo que les quieren hacer llegar las entidades extraterrestres a través de exhaustivos estudios de los signos que usan para comunicarse, mientras que los doce países que albergan las naves mantienen una infructuosa intercomunicación global que va yendo a peor ante esa tendencia tan humana del individualismo y el rápido recurso a la violencia. Involuntariamente, «La llegada» se puede considerar la película fundacional de la nueva ‘era Trump’ y parece profetizar un panorama mundial donde el proteccionismo y los nacionalismos excluyentes son la norma en detrimento de los beneficios de la colaboración mutua. No es nada baladí la mención al esperanto, ese intento frustrado de lograr un lenguaje universal que facilite la interacción. Tampoco lo es que la protagonista sea una mujer, que defiende una solución ‘femenina’ ante la ‘testiculina’ masculina.

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El guión nos lleva de forma pausada por este tramo central del filme, salpicando de metáforas un desarrollo que va poniendo, sin ninguna prisa y uno a uno, todos los cimientos necesarios sobre los que asentar su sorpresivo giro final. Esta loable intención no es óbice para percatarnos de que la trama entra en un ‘tiempo muerto’ narrativo excesivo, anclado entre las maniobras en el campamento y los distintos sucesos en el extranjero, que no hace sino perjudicar a todas las demás virtudes de la obra.

La capacidad del lenguaje para modificar el pensamiento de cada persona es la clave de una emocionante e ingeniosa conclusión, que nos obliga a repensar todo lo presenciado hasta ese momento, aunque finalmente deja una moraleja que, no por menos cienta, no deja de ser un tanto pueril: el amor es el único y verdadero lenguaje universal.

En conclusión, Villeneuve no da de lleno en la diana pero se queda cerca, no estamos ante su mejor obra -en mi modesta opinión ese honor lo sigue ostentando «Prisioneros»-  pero vuelve a demostrar su enorme talento. No cabe duda de que tras disfrutar de «La llegada» tenemos aún más ganas de volver a visitar el universo «Blade Runner». ¡Que llegue pronto, por favor!

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