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«Hardcore Henry»: para vosotros, jugadores

22/04/2016

Poster Hardcore Henry

Iniciamos con «Hardcore Henry» una reflexión sobre tres películas de actualidad que, cada una en su genero, sin pretensiones y haciendo frente a un limitado presupuesto, suponen (en mayor o menor medida) una ruptura con la tendencia continuista que la industria lleva mostrando en los últimos años. Comenzamos con el primer título de lo que podríamos llamar «la trilogía del inconformismo del 2016».

En un mundo donde algunas comunidades de YouTubers cuentan por millones a sus fieles espectadores y donde las cámaras de acción nos sitúan en las más arriesgadas y locas acrobacias que realizan desconocidos, «Hardcore Henry» pone su marca en un terreno casi virgen en la industria el cine; en busca de una generación de espectadores que ya nada tiene que ver con aquella que creció bajo el cálido manto de la MTV, y que también ocupó el foco de atención de la industria visual años atrás.

A pesar de su reducido presupuesto y su llegada a las salas sin la campaña publicitaria de las grandes superproducciones, hoy analizamos la que (probablemente) sea la más arriesgada apuesta de este año o, al menos, la que más distancia ponga de por medio con el resto de estrenos. ¿Estamos acaso ante la revolución del 2016?… bueno, digamos de momento que, en su aspecto más formal, «Hardcore Henry» lo apuesta todo a una carta innovadora y, casi podríamos asegurar, única. Pasando de puntillas por el guión y sin exigir más que un suficiente raspado en lo que a nivel interpretativo se refiere; la película que hoy analizamos incorpora la novedad de poner al espectador en la misma línea visual que el protagonista. Todo esto supone un precio que muchos espectadores no estarán dispuestos a pagar; otros lo intentarán antes de visitar urgentemente el baño, presos de un ataque de nauseas y los últimos (un porcentaje quizás reducido) disfrutarán de un espectáculo novedoso en el cine de acción actual. 

Hardcore Henry Stairs

Nos despertamos en mitad de un laboratorio, sumergidos en un tanque de agua y con un par de extremidades amputadas. Una bella mujer, que dice llamarse Estelle (Haley Bennett) y afirma ser nuestra esposa, nos coloca un par de prótesis robotizadas en el lugar que anteriormente ocuparon nuestro brazo y pierna izquierda. Mientras nos calma por no poder recordar nada, ni gesticular palabra; nos realiza un escáner completo y nos entrega una alianza.

Te quiero, Henry

Cinco minutos después, ella habrá sido secuestrada y nosotros recorreremos tierra, mar y aire para liberarla de sus captores, mientras somos perseguidos por un ejercito de mercenarios rusos al mando de un señor de la guerra con poderes telequinéticos llamado Akan (una imposible mezcla entre Kurt Cobain y Andy Warhol interpretado por Danila Kozlovsky). En el largo y violento camino que nos espera, tan sólo contaremos con la inestimable y ocasional ayuda de Jimmy (un hilarante Sharlto Copley, el verdadero rey de la función con cada uno de los personajes que interpreta), además de la motivación que nos provoque un breve recuerdo protagonizado por Tim Roth.

Y esta es, básicamente, toda la trama de la película que «Hardcore Henry» está dispuesta a desvelar al espectador. En un momento determinado, uno de los personajes nos dice ‘esto debe de ser un poco confuso para ti’ y, efectivamente, lo es… mucho. Pero debemos aceptar que, con este film, las reglas del juego han cambiado. La trama, los personajes, su pasado y sus motivaciones se han quedado fuera de la sala. Estos puntos, que ya supondría el abandono de la sala para muchos de nosotros, dejan paso a una nueva forma de concebir el rodaje, montaje y visionado de un film. Y, esa novedad, también incluye 96 minutos de acción a raudales, mucha diversión, mucho mareo y, probablemente, algo de frustración.

Hardcore Henry Explosion

«Harcore Henry» cambia incluso los paradigmas a la hora de realizar una crítica. Si nos acercamos a ella desde el punto de vista más purista posible, rápidamente nos encontraremos con una película plana en su desarrollo, sin una trama que pueda apenas evolucionar, sin explicaciones de nuestro pasado o nuestro presente y con un Macguffin terriblemente básico: rescatar a la chica. La crítica terminaría aquí, a falta de otorgar una puntuación global que hundiría al film en el fango.

Pero, «Hardcore Henry» también posee elementos positivos que emergen de las interminables influencias que tiene el film y de haber sido diseñada para adaptarse perfectamente al perfil de espectador específico que la película busca. Con una sentido de la acción adrenalítico, un ritmo frenético que no dará ni un sólo respiro al espectador, el film nos sumergirá en una enfermiza orgía de balas, explosiones y sangre como pocas veces se han visto en una pantalla. Su apuesta total por equipararse con algunas de las más importantes sagas de videojuegos, la convierten en el primer F.P.S. que llega a las salas.

Hardcore Henry Gun

Íntegramente, la película se basa y gira en torno a este aspecto formal. Y lo hace en todas las fases posibles que hay desde el momento de su rodaje, hasta su estreno. Así, acoplando un par de cámaras Go-Pro en una estructura fijada a la cabeza del actor (actores, pues fueron más de 12 especialistas los que se encargaron de dirigir nuestra mirada); buscando con todos los argumentos que su presupuesto le permite que el espectador adopte el mismo punto de vista que el héroe protagonista o, mejor dicho, que seamos nosotros los que incansablemente corramos, saltemos y disparemos. Dando un giro de 180º a la acción, las persecuciones, a toda la interactividad entre los personajes y a la forma en la que nosotros nos identificaremos con cada uno de ellos.

Para que todos los engranajes de esta máquina acaben moviéndose, debemos asumir que Henry no es un personaje, sino un medio a través del cual podremos pelear con centenares de enemigos, correr, saltar, conducir, pilotar y cabalgar para poder llegar del punto A al punto B. Entender también que la falta de información es parte fundamental para no tener que justificar lo injustificable (si no nos lo hubieran dicho, ni tan siquiera sabríamos nuestro propio nombre) y, por último, aceptando el hecho de estar a bordo de una imparable montaña rusa que pretende cambiar nuestra forma de ver y sentir el cine. Así, y sólo así, «Hardcore Henry» puede traspasar el minimalismo mas extremo y llegar a ser una de las más refrescantes, viscerales y arriesgadas películas del año. Claramente se sitúa en el extremo opuesto de la mesa que ocupa «Deadpool«; pero, al fin y al cabo, ambas comparten mantel.

Hardcore Henry Fight2

Nada de esto habría sido posible de no haber existido previamente el clip «Bad Motherfucker» (sí, toda una declaración de intenciones resumida en el título). Tras recaudar más de 250.000$ a través de una campaña de crowdfunding, fue rodado en 2013 por Ilya Naishuller para un tema de su propia banda (Biting Elbows). Este ultra-violento corto, al que podríamos catalogar como la precuela del film que hoy analizamos, se convirtió rápidamente en viral, superando los 33 millones de visitas y consiguiendo las alabanzas incluso del director Darren Aronofsky.
Aunque todos en este punto podemos imaginar a un viejo productor de cine levantándose de su sillón, proclamando a los cuatro vientos que lo que la juventud actual necesita es un film en primera persona; no es malo que Hollywood tome como fuente de inspiración a los cortometrajes. Este mismo año, también nos visitará «Lights Out«. Film producido por el prolífico director de cine de terror James Wan (sagas «Saw«, «Insidious«, «Annabelle«, «The conjuring«) y cuyo origen es también un corto que, a pesar de disponer de un presupuesto que no daría ni para unas rondas de cervezas, es de una efectividad absoluta. Gracias a la financiación de Timur Bekmambetov (director de «Wanted» y del nuevo remake de «Ben-Hur«, pendiente de estreno), podemos decir que «Hardcore Henry» es el mejor vídeo de YouTube que podrás ver en una sala de cine.

Hardcore Henry Falling

Pero no sólo encontraremos referencias a cortometrajes. Con un ritmo tan demencial como el que tiene el film, los guiños a grandes largometrajes de la historia reciente del cine se suceden sin parar. Desde esa incubadora salida de la saga «Matrix» en la que estamos sumergidos al inicio de la película o las dominatrix enfundadas en cuero que nada tienen que envidiar al look de Trinity, pasando por los recuerdos al pasado que tanto nos recordarán a los que tenía el agente de policía Murphy en «Robocop«, la fábrica de mercenarios al estilo de «Soldado universal«, las lecciones de parkour avanzado que ya iniciamos con la saga de Jason Bourne (y que continuaremos este mismo año), esa minigun de «Terminator 2» con la que Henry (otro ciborg con piel sintética al fin y al cabo) arrasa durante la persecución en sidecar, las mismas pocas ganas que tenía Indiana Jones de que un camión nos pase por encima mientras colgamos de un parachoques, las cuidadas y violentas coreografías de «The raid«, el simular (como buenamente puede) estar rodada en una sola toma continua al estilo de «Birdman«, y así con una larga lista que incluye guiños a James Bond, «Almas de metal«, «El precio del poder«, «El diablo sobre ruedas«, «Corre Lola, corre«, «Los siete magníficos» y sus dos referentes principales: «La naranja mecánica» (esos centenares de mercenarios enfundados en monos blancos) y «Kill Bill» (con una lucha similar a la que protagonizaba Beatrix Kiddo contra los 88 maníacos… sólo que ahora en primera persona y en un heliopuerto).

No obstante, el rodar en primera persona también supone acordarse de todas aquellas películas en las que, en algún momento, el espectador adoptaba un punto de vista dentro de la propia acción, bien mediante aquella moda del found footage como «El proyecto de la bruja de Blair«, «Paranormal Activity» o «Cloverfield«; o bien asimilando directamente la visión de uno de los personajes como «Depredador«, «Terminator» o la escena más memorable de una penosa «Doom«.

Y, con este título, enlazamos con el verdadero leitmotiv de «Hardcore Henry». Hasta la fecha, y en opinión de quien esto escribe, no ha habido ninguna adaptación de un videojuego a la que ni siquiera hayamos podido dar un mero aprobado (a expensas de ver lo que Duncan Jones ha conseguido con «Warcraft«). El caso de «Doom» fue la única que, por unos breves minutos, decidió olvidarse de la (pobre) trama que intentaba contar (como si los ritmos de un juego pudieran ser adaptados a los de un film sin dedicarle tiempo y muchas neuronas) para zambullirse en un refrescante mata-mata en primera persona, haciendo suya la intención de dejar de contarnos una historia que, sinceramente, poco nos importaba y darnos la oportunidad de zambullirnos desde una visión subjetiva en plena acción; lección que, desde hace tiempo, el cine para adultos ha sabido aplicar a la perfección… o eso me han contado.

Ante la interminable lista de películas de acción en las que tuvimos que soportar historias y actuaciones soporíferas y sonrojantes para acabar recordándolas simplemente por una de sus persecución o de sus tiroteos, es digno de alabar que «Hardcore Henry» sea consciente de que ni por talento, ni por presupuesto iban a ser capaces de entregarnos un «Mad Max«; dejándose de rodeos y optando por el espectáculo puro y duro. Si a «Doom» le salió bien durante tres minutos, ¿por qué no intentarlo durante noventa y cuatro minutos más?

Hardcore Henry Sidecar

Desde hace muchos años, el sector del videojuego le viene dando lecciones a Hollywood, en lo que a récords de recaudación se refiere; siendo la industria del entretenimiento que mejor y más rápido sabe hacer caja con sus títulos. Si nos asombrábamos el año pasado al descubrir que «El Despertar de la fuerza» o «Jurassic World» superaban los 200 millones de dolares en su primer fin de semana, ¿qué decir de los 500 millones de dolares que «Call of duty: Black Ops II» consiguió en sus primeras 24 horas o los más de 800 millones que consiguió «Grand Thef Auto V» en un sólo día de ventas (1000 millones en 72 horas). Mientras «Jurassic World» establecía un nuevo récord al estrenarse en más de 4.250 salas simultáneamente, «GTA V» lograba que 8.300 tiendas abrieran sus puertas de madrugada para vender anticipadamente el videojuego. Las comparaciones son abrumadoras y, en este sentido, «Hardcore Henry» sigue a pie juntillas a estos dos referentes (y podríamos añadir otros títulos más, como «F.E.A.R.«) para intentar transmitir las mismas sensaciones que logran estos juegos, solo que esta vez, en una sala de cine.

Sin embargo, salvo que seas un auténtico fan de los First Person Shooter (e incluso aunque lo seas), ese logro no es tan fácil de conseguir por una película. En un panorama repleto de remakes sin sentido y falta de originalidad, «Hardcore Henry» intenta insuflar aire fresco sacando todo su arsenal (nunca mejor dicho) y el resultado es altamente sorprendente, novedoso e incluso digno de aplaudir… durante los primeros veinte minutos, claro. A esa demoledora y ciertamente muy, muy efectiva sensación inicial de estar presenciando el futuro del cine, en el que no pagas porque te cuenten una historia, sino que pagas por ser el protagonista de esa historia; le falla un elemento clave. Según pasan los minutos empiezas a echar algo en falta en ese prometedor futuro que nos intentan vender: la taquillera se olvidó de darte el mando para controlar a Henry. Poco a poco te vas dando cuenta de que la intención inicial de que toda la película gire a tu alrededor y que tú seas el protagonista, se va transformando en una experiencia totalmente pasiva que deja a «Hardcore Henry» a la deriva. No es una película al uso, tampoco es un videojuego y, para desesperación del que esto escribe, empieza a parecerse mucho a algo que está de moda en los últimos tres años: ver jugar a otra gente.

Para alguien que pasó parte de su adolescencia en salones de juegos matando marcianos, que ha disfrutado de varias generaciones de consolas domésticas y que ha participado en partidas online, es todo un reto entender el atractivo que tiene ver por streaming la retransmisión de partidas que otros jugadores han hecho. Sin embargo, nuevamente, los números cantan: 81.000 millones de visitas tuvieron los vídeos de partidas de las diez principales franquicias de videojuegos el año pasado; siendo «Minecraft» responsable de 30.000 millones de ellas. «League of Legends» ganó 1.300 millones de dolares sólo en este concepto y un youtuber como el sueco Felix «PewDiePie» Kjellberg ganó 7,6 millones de dolares con los 9.100 millones de visitas para verle jugar. Ciertamente increíble; pero ahí están Twitch (Amazon) y Youtube Gaming (Google) para demostrarlo. A día de hoy, es posible ver partidas de más de 25.000 juegos diferentes.

Aún teniendo todos estos números en mente y al potencial nicho de espectadores que «Hardcore Henry» puede atraer, afortunadamente, no estamos ante el nacimiento de una nueva era del cine, como pudo suponer la llegada del sonido, del color o del CGI. Una película tan reivindicable como «The Game» (título muy oportuno para el tema de hoy) jugaba con el espectador, si este aceptaba unas sencillas reglas del juego. La butaca en la que hemos visto ambos films es la misma y, sin embargo, el film de David Fincher se antoja una experiencia mucho más activa que las desventuras de este héroe sin rostro, ni voz. De la propia industria depende no abusar de esta técnica para que no acabe saturando la paciencia del espectador, como ya hicieron el «bullet-time«, las «steady-cam» o la conversión en «3D«.

Además de unas risas y mucha acción, con «Hardcore Henry» aprendemos una valiosa lección: las películas no se convierten en viral, no ganan popularidad de la misma forma que algunos vídeos volcados en internet. Una película acarrea un componente de entendimiento (algunas mucho menos de lo deseado). Componente que los videojuegos no suelen exigir o, al menos, no al mismo nivel. El cine requiere de la participación del espectador, sí… pero de su intelecto, no de sus pulgares.

Hardcore Henry Fist

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